Bien, este blog podría ser de las cosas más osadas que he hecho, y no porque sea una persona temerosa y me de pena exhibir públicamente lo que pienso, sino por el motivo que me mueve a hacerlo; he decidido emprender una gran cruzada para hacer que todo el que lea este blog se cuestione acerca de los contenidos de la música que escucha, porque el contenido SÍ importa.
Me presento: soy una mujer joven, abogada en construcción, con una gran familia, consciente de que lo único que marca una diferencia en su vida es su pasión por Jesús, y es precisamente éste último personaje -muy famoso por cierto- el que me motivó a escribir de este tema. Hace no poco tiempo, tuve la oportunidad de escuchar a un importante adulto-joven de mi congregación hablar sobre cómo el contenido de mi ipod podría ser un claro reflejo de lo que soy y pienso como persona, y ¡param!, resulta ser que en mi opinión, este sujeto tiene la razón.
A pesar de haberme presentado ya como una joven creyente del evangelio de Jesús, no quiero -y se los ruego por favor- que los no creyentes se priven de la oportunidad de leer el blog, ya sea porque creen en el discurso de la diversidad o porque sencillamente quieren indagar sobre lo que este grupo de lunáticos (movimentarios como diría un muy querido amigo mío) piensan acerca de la música, sigan leyendo y no se detengan.
Me propongo dos cosas principalmente: uno, concentrar y exhibir, desde una perspectiva sencilla, sin tanta parafernalia musical o ideológica, dos cosas que me encantan y que juntas son una bomba, la música + el contenido del evangelio de Cristo, esto con el fin de que los cristianos que gustan de escuchar música varíen sólo un poquitico el contenido de su menú musical, y se den cuenta de que además de maravillosos adoradores como Jesús Adrián Romero y Marcos Witt, hay un vasto escenario musical cristiano dispuesto a enriquecer sus gustos musicales; mi segundo propósito sería cuestionar, como ya lo dije, a todo lector sobre las letras -lyrics- de la música que suele escuchar y que lo hacen gritar, llorar, sonreír y sufrir ya que, definitivamente somos lo que comemos, y la música sin duda hace parte de nuestra dieta diaria... unos comen música ligera, otros comen música picante, otros música pesada, pero en últimas, todos comememos algo.
Sin más, espero que el proyecto no sea un fracaso, y que el contador de visitas se mueva un poquitín muy pronto. Aclaro, para finalizar, que no me propongo decirle a nadie qué escuchar o qué no escuchar, esa es labor suya, yo sólo le pondré el plato enfrente y usted mira si le parece apetitoso o no.